miércoles, 20 de abril de 2022

Química y explosivos Especialista se incorpora como asesora externa en Ciencia y Justicia

  


Una especialista en Química y explosivos se incorpora como asesora externa en Ciencia y Justicia

Se trata de Graciela Gonzalez, que además de ser investigadora del CONICET es integrante de una organización para la prohibión de armas químicas.

Durante años, la investigadora del CONICET Graciela Gonzalez fue parte del consejo asesor del Programa Nacional Ciencia y Justicia. Ahora, su rol y funciones cambiaron y pasará a ser asesora externa.

-¿Cómo continuará tu vínculo con la Justicia como asesora externa del Programa Nacional Ciencia y Justicia?

-Desde hace algunos años, alejada de la práctica pericial, me he dedicado a trasmitir mi experiencia en temas forenses, tanto en el ambito de la justicia como en la formación de nuevos profesionales en química, relacionado obviamente con mi rol docente en la UBA y tambien como miembro del Consejo Consultivo en Enseñanza y Divulgación (ABEO) de la OPCW, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas. 

Quienes formamos parte de este consejo, buscamos concientizar y evitar la reemergencia en el uso de este tipo de armas de destrucción masiva mediante la educación. 

La organización desarrolla una gran labor promoviendo los usos pacíficos de la química. 

Por otro lado, su accionar frente a la denuncia del uso de armas químicas es mediante un equipo forense que acude a la escena, toma muestras, preserva la cadena de custodia y por supueto realiza los análisis de laboratorio pertinentes.  

Para eso, como en otras colaboraciones con la justicia, sea a escala local o internacional, se requieren profesionales capacitados tanto en su propia especialidad como en el manejo de muestras y la preparación de informes y la comunicación en estos ámbitos. 

Este es el área en la que espero colaborar en mi rol como asesora del Programa, es decir, fundamentalmente en capacitaciones que contribuyan a mejorar la comunicación entre el laboratorio y los actores de la justicia y en consecuencia la calidad en los resultados  y por supuesto en otros temas en los que, como química, pueda contribuir.

-¿Cómo se relaciona tu línea de estudio en el CONICET con la temática de los explosivos?

-En mis cursos nos enfocamos en la asistencia que podemos dar a la justicia desde el laboratorio en temas balísticos, incendios y explosivos, armas químicas y delitos ambientales. 

Temas en los que en parte me formé durante mi desempeño como perito químico. 

También analizamos como contribuir en una investigación mediante la interacción con las fuerzas de seguridad, bomberos y personal de justicia. 

Los contenidos van desde los más generales como calidad, seguridad y protección en el laboratorio, el equipamiento relacionando los tipos de compuesto y las posibles técnicas para su determinación, cómo pensar los análisis según tipos de compuestos y muestras y algo de la legislación vigente. 

Si bien durante el curso se analizan casos reales, en el final del curso se busca que los alumnos tomen un caso real y presenten un análisis como si fueran los peritos convocados del caso. 

De este modo, cuando han adquirido los conceptos básicos podemos discutir las circunstancias de la investigación, ya que a mi criterio algunos temas pueden resultar muy sensibles si no se estudian en el marco de un curso más amplio. 

Los casos donde han ocurrido explosiones, accidentales o no, son uno más de los temas que incluimos, y por la magnitud de daños que ocasionan suele ser muy impresionante, aunque desafortunadamente no son los únicos.

En cuanto a mi proyecto de investigación, trabajo el en monitoreo y recuperación de compuestos de interés ambiental para que puedan ser reutilizados por la industria evitando o disminuyendo la generación de residuos, para lo cual desarrollamos interfases con sensibilidad a estos compuestos que puedan usarse por ejemplo en sensores, en general para usos electroquímicos. También soy parte de la investigación que busca emplear algunas especies vegetales como biomarcadores en el uso de organofosforados.

De algún modo, todo está relacionado con que la actividad química debe diseñarse para mejorar la calidad de vida y el ambiente, o al menos no contribuir  su deterioro y cuando se sospecha que esto no ocurre, colaborar con la justicia para que esclarezcan los hechos.

 -¿Qué importancia tiene, según su punto de vista y también por tu experiencia de años asesorando a la Justicia como integrante del Programa, que la ciencia se acerque y colabore con la Justicia?

-En mi opinión el sistema judicial y de laboratorios forenses son algo refractarios a los cambios. 

Creo que el modo más eficiente de generar cambios es formar a los actores de la justicia, capacitar de manera permanente a todo el personal vinculado a causas donde se requieran pericias técnicas. 

Un ejemplo que conozco es la Escuela Judicial del Consejo de la Magistratura de Tucumán forma a los actores judiciales en temas técnicos y así se logra más criterio para pedir peritajes, leer informes o interactuar con profesionales de otras disciplinas a la vez que se tornan más exigentes, lo que retroalimenta al sistema para mejorar.

CONICET

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