miércoles, 16 de noviembre de 2022

Convertir dióxido de carbono residual en combustibles sintéticos

  

Un proyecto para convertir dióxido de carbono residual en combustibles sintéticos

La investigadora del CONICET Guillermina Amica fue reconocida con la Beca L’Oréal-UNESCO 2022 por el diseño de un proyecto que apunta a capturar el CO2 emitido en distintos procesos industriales, para transformarlo in situ en gas natural sintético o en otros productos con valor agregado.

La creciente demanda energética global y el progresivo agotamiento de los combustibles fósiles, junto con los efectos adversos que tiene para el ambiente la emisión de gases de efecto invernadero, genera la necesidad cada vez más imperiosa de diversificar la matriz energética y aumentar la contribución de las energías limpias y renovables, así como de desarrollar y aplicar tecnologías destinadas a la captura, almacenamiento y transformación de gases contaminantes, como el dióxido de carbono (CO2), en diversos productos de interés industrial y con valor agregado.

En este sentido, la investigadora del CONICET Guillermina Amica acaba de ser reconocida con la Beca L’Oréal –UNESCO “Por las mujeres en la ciencia” 2022, por un proyecto que apunta a capturar CO2 residual y convertirlo en gas natural sintético en un único proceso energéticamente eficiente, mediante el empleo de materiales formadores de hidruros.

Los materiales formadores de hidruros son matrices sólidas que pueden almacenar hidrógeno en su interior de forma compacta y reversible. 

Que sea reversible significa que, según las condiciones de presión y temperatura, estos materiales van a retener al hidrógeno para su almacenamiento y transporte de forma segura, o lo van a poder liberar para ser reconvertido en energía en celdas de combustible o ser utilizado en otros procesos, como la transformación de CO2 en combustibles.

“El proyecto busca de alguna manera integrar los ciclos del hidrógeno y del CO2. El hidrógeno es un vector energético muy interesante, con alto contenido de energía por unidad de masa y los materiales formadores de hidruros son una alternativa para almacenarlo y transportarlo de manera segura y eficiente. 

Estos materiales ofrecen además la posibilidad ser usados en los lugares donde se produce la liberación de CO2, para capturar este gas contaminante y convertirlo in situ en combustibles sintéticos, como metano o mezclas metano-hidrógeno, que podrían utilizarse tanto para procesos industriales en el mismo sitio como para ser inyectados en la red gas”, explica Amica, quien desarrolla sus actividades en el grupo de Fisicoquímica de Materiales de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en el Centro Atómico Bariloche (CAB).

La emisión de gases de efecto invernadero, y particularmente de CO2, es una de las principales causas del cambio climático, que engloba no sólo el calentamiento global sino también cambios en las precipitaciones, en los vientos y en el nivel del mar. 

Aun así, hoy es emitido en muy grandes cantidades en diversos procesos industriales y muchas plantas aún no cuentan con tecnologías asociadas que lo puedan capturar y almacenar para evitar los efectos negativos de su liberación a la atmósfera. 

En este sentido, desarrollar tecnologías que permitan capturar el CO2 y convertirlo in situ en un producto de valor agregado resulta clave tanto en términos ambientales como de eficiencia energética y de costos.

“El uso de materiales formadores de hidruros para capturar y transformar in-situ el CO2 que se libera en los grandes centros de emisión podría sustituir sistemas convencionales de captura de CO2 y evitar, de esta manera, el proceso de desorción de CO2, que implica un alto costo energético, así como también los costos de infraestructura de transporte y almacenamiento de grandes volúmenes de CO2 para su posterior uso en otro sitio”, señala Amica.

El hidrógeno, por su parte, es un vector energético caracterizado por poseer una alta densidad de energía por unidad de masa. 

Aunque hoy se produce fundamentalmente a partir de fuentes no renovables en procesos contaminantes, también es posible producirlo a partir de energías intermitentes renovables, como pueden ser la eólica y la solar, lo que se conoce como hidrógeno verde.

“El almacenamiento y transporte del hidrógeno es un tema que demanda nuevos desarrollos tecnológicos. 

El hidrógeno puede ser almacenado en tanques a alta presión, así como también de manera líquida, enfriándolo a temperaturas muy bajas, pero además puede ser retenido dentro de ciertos materiales sólidos, y acá aparecen los materiales formadores de hidruros, en los que el Grupo de Fisicoquímica de Materiales de la CNEA trabaja hace más de veinte años. 

Los hidruros constituyen una fuente portable de hidrógeno que permiten transportarlo de manera compacta y segura, evitando su transporte gaseoso o líquido”, explica la investigadora laureada.

Para este proyecto se pondrán a prueba materiales formadores hidruros con propiedades optimizadas basados en magnesio dopados con metales o compuestos bimetálicos. 

Se evaluará la factibilidad de conversión del CO2 a través de procesos termo-químicos empleando dos configuraciones operativas: 

--1) condiciones dinámicas en la que un flujo de CO2 circule a través del lecho hidruro: 

--2) condiciones estáticas en las que el gas reacciona con el hidruro en un proceso discontinuo. 

En ambos casos se evaluarán las condiciones de operación óptimas que permitan maximizar la cantidad obtenida de un producto en particular.

El valor del reconocimiento y la noticia de la premiación

“Es una emoción muy grande haber recibido este premio, que es tan importante para todas las mujeres que nos dedicamos a la investigación, porque pone justamente a la mujer en el centro de la escena y reconoce su rol en la ciencia en particular, pero también en la sociedad en general”, señala Amica, y agrega que en lo personal, siendo ella una investigadora recientemente incorporada a la Carrera del/a Investigador/a Científico y Tecnológico (CIC), significa un voto de confianza, “una inyección de energía para seguir trabajando en esta línea de investigación”.

La investigadora destaca además que la noticia de la premiación la puso muy contenta no solo por ella sino también por todo el equipo de trabajo que la acompaña, y rescata también que el premio colabora a dar mucha visibilidad también al tema de trabajo y al lugar donde se desarrolla este proyecto de investigación.

“La comunicación del premio me llegó a través de un llamado telefónico de la presidenta del CONICET, Ana Franchi, y resultó una enorme y gratificante sorpresa, realmente no lo esperaba”, concluye Amica.

Por Miguel Faigón

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Desarrollo de biomateriales que inducen la regeneración ósea

 

 Carla Giacomelli es la ganadora del Premio L’Oréal –UNESCO “Por las mujeres en la ciencia” 2022. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello.

Desarrollo de biomateriales que inducen la regeneración ósea

La investigadora del CONICET Carla Giacomelli fue reconocida con el Premio L’Oréal-UNESCO 2022 por un proyecto para diseñar materiales biocompatibles que incorporen genes con capacidad de estimular la reparación de huesos dañados.

La autorreparación de los traumas óseos luego de una lesión o fractura es un proceso natural, que en la mayoría de los casos no requiere de ninguna intervención externa. 

No obstante, existen situaciones que demandan intervenciones quirúrgicas, en las que se usan prótesis o injertos para reemplazar al tejido dañado. 

Los injertos naturales, ya sea que provengan del propio paciente (autólogos), de otra persona (aloinjertos) o de individuos de otras especies (xenoinjertos), cuentan con varias limitaciones y desventajas. 

Por otra parte, los sustitutos óseos sintéticos compuestos por materiales híbridos constituyen una alternativa interesante, dado que este tipo de biomateriales permiten combinar componentes de distinta naturaleza (orgánicos, inorgánicos o biológicos) en la micro y nanoescala, y así obtener propiedades superadoras a las de sus componentes individuales. 

No obstante, una de las desventajas que presentan este tipo de biomateriales actualmente es que tienen un muy limitado potencial osteogénico; es decir, tienen una capacidad reducida (o nula) para estimular la generación de nuevo tejido óseo y facilitar el proceso de regeneración.

El equipo de Biofisicoquímica de Superficies del NFIQC, dirigido por Carla Giacomelli. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello.

Para dar respuesta a esta problemática, la investigadora del CONICET Carla Giacomelli dirige un proyecto que apuesta a desarrollar biomateriales híbridos que contengan nanoportadores, en los cuales se inserten genes que puedan ser a su vez incorporados por las células adecuadas del paciente, y una vez dentro de ellas expresar las proteínas que induzcan la formación del tejido óseo de manera natural. 

Por este proyecto, Giacomelli, directora del grupo de Biofisicoquímica de Superficies del Instituto de Investigaciones en Fisicoquímica de Córdoba (INFIQC, CONICET-UNC), acaba de ser reconocida con el Premio L’Oréal –UNESCO “Por las mujeres en la ciencia” 2022.

“El problema que tienen la mayoría de los sustitutos óseos sintéticos disponibles actualmente en el mercado, como los tornillos dentarios, es que no inducen la interacción del tejido reparado con el material de sostén. 

Esta situación lleva muchas veces a la necesidad de reintervenir a los pacientes, con el consiguiente aumento de los costos para el sistema de salud y la posibilidad de generar infecciones bacterianas que agraven el problema. 

En este sentido, el desarrollo de biomateriales, con distintos tipos de componentes que cumplan diferentes funciones, se muestra como una alternativa interesante para superar las limitaciones de los sustitutos óseos sintéticos actuales”, afirma Giacomelli, que también es profesora titular del Departamento de Fisicoquímica de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (FCQ, UNC).

La ganadora del Premio L’Oréal –UNESCO trabaja junto a otras dos científicas de su laboratorio. Foto: L’Oréal –UNESCO .2

La investigadora destaca que si bien existen biomateriales híbridos en los que, por ejemplo, se combinan metales con componentes que pueden interactuar con el hueso, no hay todavía en el mercado propuestas en la cuales se usen portadores que vehiculicen genes, para que puedan penetrar en células y expresar las proteínas necesarias para que el hueso se regenere solo. 

“La novedad de este proyecto es combinar distintos componentes con diferentes funcionalidades, pero, además, hacer que sean las células del paciente las que generen las proteínas necesarias para que el tejido óseo se regenere”, destaca Giacomelli.

La científica señala que, de todas formas, el proyecto se encuentra aún en una etapa incipiente. 

“Estos biomateriales con distintos tipos de componente, en este momento, los investigamos a escala de laboratorio. 

Por ahora trabajamos con pequeños volúmenes, y para llegar al mercado hace falta atravesar una serie de etapas que demandan varios años. 

Primero tenemos que optimizar el material que nosotros proponemos, luego probarlo en líneas celulares in vitro y después en animales de laboratorio, para finalmente poder pasar a la fase clínica, donde empezarían a probarse los materiales en pacientes. 

Todo este proceso puede demandar entre cinco y diez años”, advierte.

Giacomelli observa el trabajo de uno de los integrantes de su equipo. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello.

La importancia de visibilizar que es posible hacer ciencia siendo mujer

Giacomelli destaca que ganar este premio, al igual que cualquier distinción, es súper gratificante desde lo personal, pero también lo es para todo el equipo de trabajo. 

“El trabajo científico es un trabajo colectivo y de ninguna manera una puede arrogarse todo el mérito”, señala, y agrega que este galardón tiene además la importancia de visibilizar la importancia del trabajo de las mujeres en ciencia. 

“Las mujeres en la ciencia, y sobre todo en disciplinas como la física, la química, la matemática y las ingenierías, somos minoría, fundamentalmente a medida que se escalan posiciones”. 

En este sentido, la investigadora remarca que aún en las carreras de grado en las que la matrícula es mayoritariamente femenina, como en el caso de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, en los cargos más altos la cantidad de mujeres se reduce. 

“Especialmente, en un departamento como el mío, que es el de Fisicoquímica, que es una rama de la química tradicionalmente asociada al trabajo masculino”, afirma.

Giacomelli supervisa un experimento. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello.

“El premio sirve, entonces, para demostrar que las mujeres también podemos investigar en fisicoquímica. 

Me parece que, además, visibilizar el trabajo de una mujer que hace ciencia en el interior del país, y que nació en el interior de la provincia de Córdoba, muestra que es posibles hacerlo y puede permitir que niñas, adolescentes jóvenes se atrevan a iniciar el fascinante camino de la ciencia. 

No importa cuál sea la disciplina, sino que se trata de un camino que no es rutinario que es creativo e involucra muchas personas, de distintas formaciones y de diversos géneros y etnias”, señala Giacomelli.

A su vez, relata que la noticia de la premiación le llegó encontrándose circunstancialmente en Buenos Aires. “Es muy gracioso cómo me enteré que había sido la ganadora a de este premio. En el laboratorio además de hacer ciencia básica, hacemos algo de ciencia aplicada e innovación y en ese camino fundamos una empresa de base tecnológica (EBT), que se llama Nanotransfer

Justamente por este tema yo me encontraba reunida en Buenos Aires con el celular en silencio, y cuando termina la reunión veo que tengo varios mensajes de WhatsApp de la secretaria privada de la Dra. Franchi e incluso del director del INFIQC diciéndome que la presidenta del CONICET me estaba buscando. 

Honestamente pensé que estaba pasando algo raro, la verdad es que nunca me imaginé que me llamaba para comunicarme que había sido acreedora del Premio Premio L’Oréal. 

Entonces fue muy grande la sorpresa cuando finalmente ella logró dar conmigo y me lo comunicó. 

Estábamos tomando un café en una terracita y cuando yo vi que me llamaba la secretaria privada de Franchi corrí a atender para ver de qué se trataba y felizmente era una muy linda noticia”, celebra la investigadora.

La ganadora del Premio L’Oréal –UNESCO “Por las mujeres en la ciencia” 2022 trabaja en el laboratorio. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello.

Por Miguel Faigón

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